lunes, 23 de junio de 2008

SAN MARCOS: SENTIMIENTO

Un lunes por la mañana yendo a “estudiar” encontré las paredes derrumbadas, sabía que eso iba a suceder, aún así sentí pena, sentí lo que sentí un día cuando una viejita se cayó sin poder levantarse, claro que ese día pude mitigar en algo mi pena corriendo a ayudarla, en cambio no podía hacer lo mismo con las paredes ya en el suelo; toda esa mañana me la pasé triste, también porque en esa parte donde ahora habrá cemento había campo, vegetación, árboles, hormigas, polluelos; ahí con la gente íbamos a charlar, a reírnos, a echarnos una siesta…Me puse a pensar:

La negociación se hace entre dos partes, cada uno con sus propios intereses, tratando de buscar lo mejor para sí y llegar a un acuerdo donde ambos ganen; o una de las partes pierda por ser incompetente, por ser corrupto, que por unas monedas pueden vender hasta a su madre (o no “Dr” izquierdo?) Después de dicho acuerdo éste se convierte en contrato amparado por ley, donde ambas partes tienen que cumplir, aunque haya gente perjudicada.

Una vez escuché a un alumno decir: Esa protesta (de los demás) es una pérdida de tiempo, que nos hace perder clase, la obra es necesario, es modernidad, además ya estoy egresando, todos estamos de paso, ¡Para qué protestar!, es decir le importa un carajo los demás.

Un día los alumnos iban a protestar, la policía trató de neutralizar la marcha, iniciándose una batalla entres éstos dos; y por supuesto, los instintos de la prensa los trajo para transmitir en vivo, porque eso le gusta transmitir: Violencia, violación, pelea, robo,…Todos los canales de televisión presentes, hasta la radio.

Esas fueron las razones por las que decidí ir a protestar con los demás el 22 de mayo con la esperanza de que Castañeda hiciera algo sabiendo que no lo iba hacer, el alumno tomara conciencia sabiendo que no lo iba hacer y la prensa estuviera ahí aunque ese día no habría violencia sabiendo que no iban a estar.

Éramos cuatro, la gente estaba concentrándose en sus respectivas facultades, mientras eso, nosotros nos dimos un paseo de infinitas vueltas en el mejor de los medios de transporte, es decir, en “EL BURRO”. La concentración de todos era en la Facultad de Derecho, estuvimos ahí buscando nuestra Facultad sin encontrarlo, tuvimos que infiltrarnos en el grupo de los físicos y como eran solo hombres y no muy atractivos buscamos otra Facultad donde había, ya saben, mujeres.
Ya en las calles, estábamos los cuatro en el grupo numeroso de Sociales, cuando aparecen tres mas de los nuestros con dos carteles mencionando el nombre de nuestra gran facultad: Administración, ahí nació el gran, aunque solo siete, grupo de ciencias administrativas. Nos pusimos como buenos marketeros delante de Sociales, como si nosotros lo estuviéramos dirigiendo. Éramos pocos pero éramos, ese día las intolerancias internas desaparecieron para ser solo: San Marcos.
Gritábamos, arengábamos; las gentes nos veían, algunos molestos y otros aplaudían, las emociones se apoderaron de mi, estaba exaltado, exiitado, no me importaba si en ese momento pudiera haber una batalla con la policía, estaba preparado, sentía que podía transformar mi sistema respiratorio y respirar gas lacrimógeno, mis instintos masoquistas estaban despertando y que los golpes de los policías serian solo, caricias.

Volteé, había un grupo mas de chicas, nunca las había visto, o tal vez si, pero no las recordaba, eran del primer ciclo de Turismo, si éramos ya más de siete, casi el doble. Ellas resultaron ser, como deberían ser todas, guerreras; no temían a los policías, no sentían vergüenza de las miradas, no decían: Mis papis no quieren que marche, ¡Ay que miedo!, ellas estaban ahí con nosotros, dándole melodía a nuestros gritos desafinados, aguardientosos con sus voces suaves, propias de niñas, transformando los gritos de los otras facultades, en nuestro eco.

Por la tarde, solo en la habitación; recordando la marcha, recordando a aquellas guerreras que nunca olvidaré; sin esperanza de escuchar al alcalde de hacer algo, de ver a los “periodistas” transmitir que somos pacíficos y no violentistas; dibujaba en mi rostro una extraña sonrisa, que confirmaba lo que siempre he creído, que las mujeres tienen y pueden cambiar este mundo desigual, injusto y corrupto.
Aquella tarde sonreía, también, porque sentí lo que es ser SANMARQUINO.

2 comentarios:

Esteban Ramon dijo...

Grande experiencia Amer. Coincido en el coraje y valor de algunas mujeres en los momentos dificiles. Saludos!

wilmer

Christian Chininin dijo...

jejejeje eeeeese amer !!! yo me pregunto... habrá habido alguna de esas guerreras q te haya inspirado particularmente ?? un abrazo ..ya me responderás xq yo no lo se!!!!!!!